Todo empezó en la madrugada del lunes 27 de febrero, en una cola de facturación del aeropuerto de Madrid. De las 13 personas que se unieron finalmente al viaje, 9 partían desde Madrid, y el resto se encontrarían en Ámsterdam. Desde ahí serían unas 10 horas hasta llegar a Entebbe, ciudad situada a una hora de Kampala, la capital ugandesa, en donde se halla el único aeropuerto internacional.
El primer día, por la mañana temprano, el grupo visitó una planta de procesamiento de leche ubicada en Kampala y propiedad de la empresa Quality Milk, la incorporación más reciente de la cartera del fondo africano. Esta compañía proporciona apoyo y acceso al mercado para miles de ganaderos, con mejores precios y plazos de pago, mejorando sus medios de vida.
A continuación, los viajeros conocieron la sede de la empresa cafetera JKCC, que permite que miles de pequeños agricultores obtengan una mayor productividad y puedan vender su café a precios más competitivos. Después de comer, se pusieron en marcha hacia la ciudad de Mbarara, situada a unos 260km de Kampala, al oeste del país.
Al día siguiente, la primera parada sería Ankole. Allí se encuentra la sede la ACPCU, una cooperativa de producción y venta de café que transforma la vida de miles de agricultores locales de café y una de las primeras invertidas de GSIF África. El grupo de viajeros pasó toda la mañana conociendo la empresa, visitando sus instalaciones y los proyectos sociales que lleva a cabo.
Después de comer, tocó poner rumbo hacia el distrito de Kamwenge, donde se encuentra el Padre Pio Health Centre, con el que colabora Open Value Foundation a través de África Directo, donde visitaron el centro de salud, la escuela y el convento en el que viven las monjas que gestionan el proyecto.
El cuarto día del viaje estuvo marcado por la visita a uno de los locales de Watu, otra de las invertidas de GSIF África. Esta empresa de origen keniano pero presente en 6 países africanos está revolucionando la movilidad urbana y la inclusión financiera de jóvenes en situación de vulnerabilidad, que consiguen acceder a financiación y adquirir un activo productivo que les permite contar con ingresos estables y una mayor calidad de vida.
Y así, las 13 personas que formaron parte del viaje pudieron conocer de primera mano uno de los países en los que estamos presentes y algunas de las empresas en las que invertimos con GSIF África.
Pudieron ver el impacto que generan estas empresas, y confirmar que el talento emprendedor no tiene código postal y que el papel que tenemos como inversores de impacto es crucial para que emprendimientos que mejoran la vida de millones de personas crezcan, se consoliden y multipliquen su impacto.
También comprobaron que, a pesar de que la filantropía y las donaciones siguen siendo necesarias, no son suficientes, y que el capital privado y el emprendimiento son esenciales para promover el crecimiento y el desarrollo socioeconómico, y con ello, contribuir a la erradicación de la pobreza en todas sus formas y de manera sostenible.
Para nosotros, haber facilitado esta experiencia y ser testigos de sus miradas y reflexiones a lo largo de los días pasados en Uganda ha sido un verdadero privilegio. Tanto que estamos ya pensando en organizar un nuevo viaje en un futuro no muy lejano.
Mientras tanto, seguiremos con GSIF África, en Uganda y en otros países del continente africano, buscando e impulsando empresas de alto impacto que mejoran los medios de vida y promueven la movilidad social de las personas más vulnerables.
